La charla pasó en ese lugar que inventamos como banco, pero esta vez no se trataba
trivialidades. No sé si era verano u otoño, no recuerdo bien, pero puedo jurar que todo caía como hojas secas y frías. Yo me sabía el
guión de memoria. El brillo de los ojos
tiritaba como el invierno. Sabía como actuar y un poco a
propósito huí de la escena escribiendo nuestro destino, donde me
prometías ibas a hacer cualquier
estación primavera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No me gustan los anonimos. No me gustan las malas criticas ni nada que puedas decir sin razon alguna.
Si no cumplis con eso retirate.
Saludos, Lucía.